viernes, 7 de agosto de 2020

Mi Segunda Vez En Estambul. 9 Paradas Más Un Feliz Año Nuevo (2015)

Todos los que me conocen saben que Estambul es de mis ciudades favoritas desde que caí enamorada de sus calles en 2011, cuando anduve por acá 10 días con mi querida amiga María Cecilia, así que en la previa de año nuevo, antes de Israel y  de empezar la fase de mi postgrado en Toledo, elegí pasar unos días por acá.

Esta vez pasé 5 días, uno de ellos despidiendo el 2014, y recibiendo en el Bósforo el 2015 que vendría cargado de lindas sorpresas para mi.

El sector elegido está vez para alojar fue Laleli, que significa Tulipán, a pasos del tram, cerca del metro y a distancia caminable de la Mezquita de Suleiman, el Magnifico. El Hotel Best Western Senator, muy bueno, cumplió más allá las expectativas, sobretodo porque tiene un Baño Turco propio, hermoso, donde se vive la verdadera experiencia, escapando además del frío y la nieve que me tocó experimentar esta vez.



SPA- Foto hotel

Nada más llegué a instalarme, salí de inmediato a comer Gözleme, mi favorito de la comida Turca, y a constituirme en la explanada de Sultanhamet para ver las joyas de Hagia Sofía y la Mezquita Azul iluminadas. Desde este bello inicio planteo un recorrido por Estambul, a través de 9 hitos (hay más importantes, como la Basílica Cisterna y Topkapi, que ya había visitado la primera vez, y que omití repetir porque por las vacaciones europeas, tenían mucha fila)






  • Sultanhamet, sin salir de Sultanhamet:
    Es totalmente posible pasar una temporada en Estambul sin salir de acá, está las más importantes y lindas joyas de la ciudad, partiendo de mis ya queridas Hagia Sofia y Mezquita Azul, en las que repetí visita.

    La Mezquita Azul, preside el barrio con sus seis minaretes, desde su levantamiento a principios del siglo XVII, por orden del sultán Amhed.

    Se puede ingresar siempre que no sea una de las cinco horas de oración, no hay que pagar, solo se hace una pequeña fila, cubrirse la cabeza y sacarse los zapatos (dan una bolsa para guardarlos). Al interior es permitido caminar por áreas delimitadas, siempre haciendo presente que es un lugar de oración y no un recorrido turístico habitual.


    Ya en mi primera visita había quedado impresionada por las alfombras, mullidas no obstante el tránsito, las luces que parecían flotar desde el aire, y los techos perfectos, cuyas cúpulas, tienen las mas lindas combinaciones de azulejos que todas las iglesias que jamás había visto antes.



    Por fuera hay pequeñas plazas y fuentes varias para hacer la ablución o purificación, como manda la norma musulmana, para quienes entren a la mezquita a orar.




    Desde allí se ve Hagia Sophia, la que me animé a visitar también por segunda vez, no obstante había bastante fila, conforme cuenta su historia fue basílica ortodoxa, luego mezquita y ahora museo, suerte para los visitantes que existen vestigios de todas sus etapas, conviviendo, como sólo se puede en estos días, imágenes de la virgen, hermosos mosaicos de santos bizantinos, y trozos pintados del Corán. 





    Su interior, en ese tiempo en obras, no dejaba de impresionar, al igual que la solemnidad que da solo su gran tamaño, que hace sentir como que las luces, aun cuando de enormes lámparas, flotaran en un espacio eterno.


    Caminar por Sultanhamet es respirar historia, solo transitando su calle principal, que coincide con la ruta del tranvía, se llega a todas las visitas principales, incluyendo el hipódromo, y la explanada donde se sitúan las dos joyas, pero además, previas curvas, conduce a Topkapi y más allá a Sirkesi, Eminonu, y finalmente al Bósforo.


    Siguiendo la misma vía se puede hacer la ruta de la comida, que es deliciosa, tanto en lo dulce y salado. A mi, particularmente me encantan las masas, por lo que caí en el embrujo del Gözleme Peynirli, conocido como Turkish Crep, y que lo preparan en todos lados, sobre todo con vitrina.



    Como hacía tanto frío, preferí comer platos más calientes, como kümpir, que también es delicioso, y cualquier cacerola, además del apple tea, que es omnipresente.


    Otras de presencia total son las turkish delights, que acompañadas con café turco, completaban toda la experiencia. Mención aparte las castañas asadas que compraba en la calle, súper baratas, pero reconfortantes con tanto friiio.



    • Cagaloglu Hamami
    Uno de mis máximos placeres en la vida son los Baños árabes, primero por la exquisitez  del vapor que deja la piel renovada, limpia y linda, pero también porque es una experiencia que se vive en comunidad, que hace ser parte de la tradición local milenaria, que se replica un poco en estos baños, como en Cemberlitas, que había visitado en mi anterior estadía en Estambul.

    Cagaloglu, al parecer es más antiguo, data de 1741, pero en general la experiencia es bien parecida: se pagan cerca de 50 euros y te asignan tu toalla, tu guante, ropa interior nueva, llaves de casillero  y una ayudante que literalmente te sacará cuanta célula muerta y agonizando tenga tu piel.


    http://cagalogluhamami.com.tr
    La sala - reservada solo para mujeres - es bien oscura, la instrucción es tenderse sobre el mármol, y esperar que el cuerpo se relaje y los poros se abran. Llegando la encargada empieza a frotar un pañito con jabón y luego el guante de  toalla seco, llevándose toda impureza, luego viene el enjuague con aguas de distinta temperatura, y el lavado de pelo, que es una ricura.

    Resultado: piel y pelo renovado, mi cuerpo relajado y no querer por ningún motivo salir de nuevo al frío.



    • Taksim y Istiklal Caddesi

    Lo primero que hay que decir de aquí es que se visita más de una vez, y de día y de noche tiene una onda diferente.

    El recorrido puede iniciar en Taksim Meydani, la plaza principal, donde también se ubica el Mármara Hotel, con las mejores vistas del Bósforo, y el que visité en mi investigación del mejor lugar para pasar el año nuevo (mala cosa: tiene vista al puente, pero si había lluvia o neblina se frustraba el panorama)


    Dando unos pasos iniciando la bajada (que se puede hacer en tranvía histórico hacia Tunnel), están los puestos de flores más lindos, con los tulipanes que caracterizan la ciudad, que no se como se mantenían con el frío que hacia.



    Transitando la calle se encuentran todas las tiendas (Mango y Accessorize muy barato) y a cada rato pasa el tranvía que hace más lindo aún el paseo.




    Paseando por ahí me topé con el restaurante más lindo The House Café, sobre la misma calle Istiklal, donde me senté a descansar y a reponer energías. La ensalada correcta como todas las de Feta Cheese que pude probar, pero el te estaba exquisito, y además adornado con manzanas cortadas tan coquetas.



    Seguí mi caminata hasta la zona de Galatasaray, pasando por Had Rock café, para comprar la chapita de rigor para mi sobrino Tomy, y comencé mi descenso, por Beyoglú, por callecitas cada vez más estrechas.



    Seguí mi ruta hacia el Bosforo, únicamente guiada por la Torre Galata, que me sirvió de faro, no sin antes vitrinear lo que pude, y comprar más pantys y camisetas en la tienda Penti, de confección turca, y de excelente calidad, para abrigarme un poco más.



    • Gran Bazaar:
    Esta es para mi una parada obligada, y aunque cada vez lo visite en más de una oportunidad, siento que no conozco ni el 1 por ciento de sus 64.000 tiendas, de hecho, acababan de lanzar una aplicación de smartphone para optimizar el recorrido.


    El mercado funciona desde 1455, en principio con talleres de artesanos que se fueron estableciendo, por eso no es difícil encontrar calles "temáticas", respecto de cada gremio.




    Yo anduve buscando pulseras, que son mi fascinación y algunos souvenir, bien negociados, por mi me hubiese traído todas las lámparas y cerámicas,  pero siempre me ha dado miedo que no soporten el viaje y lleguen rotas. 



     Dato es sólo perderse por los pasillos y curiosear lo más que se pueda.


    A la salida, al igual que el primer viaje, pasé donde venden los marca páginas de cuero, donde escriben tu nombre en turco, o en español, con la gráfica del alfabeto árabe, que es el mejor regalo para los hombres de la familia y amigos (para mi siempre ha sido más difícil reglar a hombres que a mujeres)



    Y un habitual de esta zona son los jugos súper baratos de naranja o granada, que además dan energía para seguir recorriendo.





    • Eyüp, Pierre Loti y Golden Horn:
    Para este paseo hay que salir extramuros e internarse en un Estambul más tradicional y menos turístico.

    Tomé este tour desde Sultahamet en la agencia Turista, ubicada sobre Divan Yolu (donde pasa el tram) (www.turistatravel.com), donde arreglaron todo el transporte que incluía bus y ferry.


    Comenzamos por Pierre Loti Tepesi, al que se accede por un teleférico, que cruza por sobre el cementerio y permite las más lindas vistas sobre el Cuerno de Oro, llamado así por los colores que toma el agua al amanecer y atardecer, con la luz del sol.




    Arriba del cerro se ubican los aposentos usados por el célebre poeta Francés, que antes marino, se encantó con la ciudad y la cultura Otomana a la que le dedicó sus versos. Además hay un café precioso, donde se puede pasar el frío con las mejores vistas de este otro Estambul.







    Nos trasladamos caminando a la Mezquita de Eyüp, muy tradicional y sacra, por haber acogido los restos  de uno de los compañeros del mismo Mahoma que cayó en el asalto a Constantinopla, por lo que es un lugar muy concurrido y donde se respira bastante más respeto y realidad, que en la monumental mezquita azul, más contaminada por el gran turismo.



    Saliendo de esa visita por la llamada pequeña Hagia Sophia volamos al ferry que nos llevaría de regreso al puerto contiguo al puente de Gálata, por la mitad de la linea divisoria acuática entre el continente europeo y asiático.




    • Iglesia de San Salvador en Chora.
    Kariye Müzesi es una parada también perteneciente al lado B de la ciudad y fuera del circuito turístico tradicional, no obstante ser conocida como la máxima exponente del arte bizantino del mundo.

    Los mosaicos son impresionantes, han hecho un trabajo de restauración importante, pues, luego de la invasión Otomana, la iglesia se transformó en mezquita y luego de la segunda guerra, pasó a ser museo revelando todos sus secretos.





    Los mosaicos van contando las historias bíblicas tan conocidas para los católicos, pero con los tintes ortodoxos, que plantean que Maria tuvo más hijos, y en consecuencia Jesús más hermanos, como queda retratado en las paredes.


    A la salida la linda imagen de un vendedor amigo que me regaló una galleta y me permitió el retrato.



    • Eminönü

    Volviendo al lado más tradicional y turístico, está este barrio que aloja las orillas del Bósforo y permite las más lindas vistas a su tránsito ininterrumpido, y a la ladera contraria, además de asiento a Yeni Camii, y al Bazar de las Especias o Bazar Egipcio, su highlight.



    Primer stop: comer. Acá es donde se ubican los famosos puestos flotantes de Balik Ekmek, o sándwich de pescado asado con verduras (como el que venden en Coquimbo), que atestan también el contiguo Puente Gálata, uno pide, se sienta, disfruta su pancito y sigue caminando.



    Las opciones son cruzar el puente para admirar ambas partes de la ciudad: Sultanhamet o la parte más moderna, presidida por la Torre Galata o adentrarse al barrio, hacia al Bazar o la Mezquita de Suleiman el Magnifico, que gobierna la zona más alta, que es para mí la postal más linda desde el puente.




    El Bazar de las especies o Bazar Egipcio, es a los  productos vegetales como el Gran Bazar es a ropa, alfombras y artesanía. 

    También esta fue mi segunda visita y para mi un imperdible de la ciudad por la fiesta para los sentidos que es: todos los colores, olores y sabores  transitan por acá desde los inmemorables tiempos de la ruta de la seda, donde las especies llegaban vía mar Mediterráneo desde Egipto.



    Está todo dispuesto en forma muy coqueta con cerritos de colores y repisas llenas de cosas ricas y elementos para cocinar
    .

    Hay algunas tiendas de ropa y joyas, la más linda para mi, donde el viaje pasado le compré a mi mamá un colgante hermoso, pintado a mano con tulipanes, que amó, y cuyo encantador vendedor me regaló la más linda de sus sonrisas y un gran descuento para otro collar para madre.



    • Palacio de Dolmabahce:
    Este Palacio era un pendiente para mi  desde la visita anterior donde por falta de tiempo tuvimos que privilegiar la visita a su antecesor Topkapi.



    Cuenta la historia que desde 1856, empezó a funcionar como residencia de Sultanes, y que después de la abolición del califato sirvió de  asiento al mismísimo padre de la patria Ataturk hasta el final de sus días.



    El edificio es el mas grande del país, con sus más de 250 habitaciones, incluido un harem de ensueño, y la sala del Trono que es impresionante, pero cuyo interior no se puede fotografiar.

    Fuera del edificio, hay un parque hermoso, que incluye esta puerta gigante al Bósforo, que es una de sus postales más impresionantes.



    Saliendo de ahí, me instalé a tomar sol en el café contiguo, muy relajada.



    • El museo de la Inocencia (Masumiyet Müzesi)

    Acá entro de lleno en los gustos personales. Orhan Pammuk es de mis escritores favoritos, Nobel de literatura, en mi primera visita transité casi de la mano por la ciudad, con "Estambul, ciudad y recuerdos" y, esta vez materialicé mi gusto con la visita a Cukurcuma Caddesi,  donde se ubica el Museo de la Inocencia, creado con ocasión de la novela del mismo nombre y que para mi fue una de las visitas más emotivas. (www.masumiyetmuzesi.org)



    El museo fue formado, como cuenta la novela, con  todos los objetos que su protagonista pudo recoger a lo largo de su vida de su amada Fösun, y permite recorrer a través de cada habitación, algunos capítulos del libro y de unas de las historias de amor más épicas que he conocido.




    Esta visita la puedo recomendar aun no se haya leído el libro, porque también es transitar por la historia de la ciudad, pero garantizo que habiéndolo leído antes o durante la emoción se podrá sentir multiplicada. 


    • Año nuevo en el Bósforo


    Durante mi estadía en la ciudad hice muchas investigaciones sobre el mejor lugar para pasar año nuevo . The Marmara, aun cuando mejor vista, tenía el riesgo climático de la neblina, así que opté por pasarlo embarcada, tal como me recomendó el amoroso guía de la agencia Turista.

    En el embarcadero me  recibieron como una reina, guardaron mi abrigo, y me asignaron mi lugar en una mesa donde me esperaba el tradicional meze en versión mini, y que compartí con un Ruso muy simpático y una pareja portuguesa. 



    La velada estuvo animada por música turca en vivo que tocó durante toda la comida, pero a medida que íbamos avanzando hacia el puente se iban subiendo otros personajes incluido el viejo pascuero, que  a cada uno nos dio un regalo que contenía cotillón para esperar las 12.



    Más tarde el turno de la danza árabe y de la danza de las espadas ejecutada con maestría y que iban animando a los comensales a medida que avanzaba la hora, animando también  a los comensales a la pista de baile al ritmo local y de Shakira y hasta de Azul, azul (con el baile que es una bomba)



    Hasta que llegó la hora y al ritmo de The Final Countdown de Europe, ya bajo el puente disfrutamos de los fuegos artificiales (pocos, como Viñamarina adoptada, siempre me parecen pocos los fuegos de otros lados) y de un brindis que auguraba un gran año 2015, y que en realidad lo fue.



    Next destination: Israel !




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