domingo, 19 de julio de 2020

Rayos Durante El Impacto K/Pg

El evento de extinción masiva de finales del Cretácico es quizá uno de los que más ha llamado la atención del público general, pues es el fenómeno que puso fin al reinado de los grandes dinosaurios (no avianos). Y desde la década de los ochenta, se ha ido gestando información que refuerza la idea de que un bólido  espacial, en este caso un meteorito, fue el responsable de este fenómeno. A este meteorito, así como al cráter que dejó tras de sí se le denomina como el pueblo de donde se obtuvieron las evidencias: Chicxulub.

Representación artística del impacto. Imagen de Don Davis.

El impacto tuvo lugar hace 66 millones de años y entre las múltiples catástrofes que desató encontramos incendios forestales masivos, que parecen estar vinculados a la extinción de grupos particulares de aves, como las enantiornites.

Representación de los incendios masivos de finales del Cretácico. Arte de Philipp M. Krzeminski.
Post al respecto (más detallado) en este enlace.

Además, se sabe que el impacto produjo megatsunamis y sismos de una intensidad nunca antes vista por el ser humano. Y que esperemos no ver nunca. Pero además, el impacto produjo inicialmente lo que se conoce como "cortina de eyecta" (eyecta blanket en inglés), que es cuando el material expulsado desde dentro del cráter se desplaza hacia afuera del mismo de forma horizontal, arrasando todo en su paso.

Diagrama de cómo se dispersa la cortina de eyecta desde el punto de impacto. Tomado de nuestro video de "Las primeras víctimas del asteroide que mató a los dinosaurios".

Precisamente, un nuevo estudio publicado en la revista científica Nature, presenta un nuevo tipo de material asociado directamente a esta cortina de eyecta: los "Guijarros de Pook" (Pook's Pebbles en inglés).

Micrografía de uno de los guijarros de Pook. Tomado de Kletetschka et al. (2020).

Al analizarlos, los científicos descubrieron que estaban cargados magnéticamente y que además, estas cargas estaban completamente dispares entre sí. Esto último indicaría que el evento que las cargó cuando eran líquidas aún, tomó lugar durante la expulsión de la cortina de eyecta. Y por si no fuera poco, los científicos descubrieron que este material sufrió deformaciones importantes (recristalización  de la calcita, específicamente) a tan solo 0.2 mm de haberse enterrado, lo que significa que durante su caída experimentaron intenso calor y presión.

Uno de los guijarros de Pook, listo para el análisis. Tomado de Kletetschka et al. (2020).

Esta evidencia se interpreta como una cortina de eyecta que estaba experimentando no sólo una gran presión y temperatura, sino además, intensos rayos que se formaban con la fricción del material expulsado tras el impacto. Esta imagen es digna de una película apocalíptica (o quizá hasta más). Imagina una cortina de material rocoso líquido, súper calentado, a gran presión y que para colmo, trae consigo una red eléctrica de rayos como ningún otro, barriendo con todo a su paso. Una escena de pesadilla.

Photoshop de baja calidad hecho por un servidor. Autor original desconocido.

Esto recuerda al fenómeno de los rayos en medio de las erupciones volcánicas. Ahora sólo imagínalo en cortina y en versión infernal.

Tomado de Barcroft TV.

Estudios como este complementan nuestra visión de un fenómeno que ocurrió poco más de 66 millones de años en el pasado, uno que acabó por modelar el presente al provocar un recambio de fauna y flora como no había ocurrido sino millones de años antes. El evento K/Pg que le dio forma al Cenozoico, la era de los mamíferos.

Fuente:

Kletetschka, G., Uria, A. O., Zila, V., & Elbra, T. (2020). Electric discharge evidence found in a new class of material in the Chicxulub ejecta. Scientific Reports, 10(1), 1-11.

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